miércoles, 4 de noviembre de 2009

¿Y Yo que te he hecho?

Ayer, escuché en la radio (hace dos meses que tengo el amplificador de señal roto, y no tengo tele) que el Tribunal Europeo de Derechos Humanos ha sentenciado que se quiten los crucifijos de las aulas.

La cosa resulta paradójica cuando es gracias a la Iglesia Católica que existe la educación. Los políticos y los ricos han sido siempre muy clasistas y si no fuera por sacerdotes y religiosas comprometidos con el mundo de la infancia y la juventud, que propiciaron la formación educativa (y religiosa) de los más desfavorecidos, no tendríamos que preocuparnos de la LOE, la LOU, la ESO y lo otro... porque los niños ricos tendrían sus profesores particulares, en sus mansiones y palacios, mientras que los niños pobres estarían trabajando en el servicio de estos señoritos/as (y la Iglesia Católica ha sido siempre la primera en luchar contra el trabajo infantil).

Por eso, el P. Federico Lombardi S.I., director de la oficina de información de la Santa Sede, declaró que "sorprende, además, que un Tribunal europeo intervenga con tanto peso en una materia tan profundamente ligada a la identidad histórica, cultural, espiritual del pueblo italiano."

Porque "el crucifijo siempre ha sido una ofrenda de amor de Dios y de unión y de acogida para toda la humanidad. Es una pena que sea considerado un signo de división, de exclusión o de limitación de la libertad. No es esto, y no lo es para el sentir común de nuestra gente."

"Parece que no se quiere reconocer el papel del cristianismo en la formación de la identidad europea, que sin embargo ha sido y sigue siendo esencial."

(ver esta declaraciones AQUí)

¡Muy bien, P. Federico!

Desde este pequeño rinconcito del ciberespacio le muestro mi total apoyo.