martes, 3 de noviembre de 2009

De santos patrones...

Con mi auto-planificación hecha, y los dos primeros temas preparados, llego bastante antes a la parroquia y me encuentro una sorpresa: Hay cambio de materiales.

Dispongo de unos veinte minutos para leerme dos temas y preparlos de forma que pueda darlos (al final sólo preparé uno).

El grupo de este año es diferente al cien por cien, de los que he tenido los últimos años... bueno, siempre lo son... lo digo más bien por la actitud cerrada a la Iglesia que demostraron durante la hora que estuvimos reunidos.

Comenzamos haciendo una oración "por sus hijos"... la primera impresión es que no están acostumbrados a orar con otros textos que no sean el padrenuestro o el avemaría.

Comienzo la recogida de datos de los padres, porque si fallan a las reuniones, cosa que será muy normal, habrá que avisarles de las celebraciones importantes que harán sus hijos durante el curso.

Les explico de qué va el tema y lo introduzco con una pregunta "¿cómo comenzó la Iglesia?" Nadie lo sabe...
Les hablé del día de Pentecostés (ni idea) y de cómo los apóstoles con su predicación propagaron su fe por todo el mundo. También les dije que esa es nuestra tarea como creyentes.
Como en el tema se pide que se hable de algún niño/a santa, yo les pregunté si sabían de algún niño o niña que fuese santo. (sin respuesta)

(A mi mente acudieron Laura Vicuña, Santo Domingo Savio, San Tarsicio...)

Y les hablo de la Beata Imelda. Les cuento su historia y les digo que es la patrona de sus hijos.
(Bueno, para esto, sí tuve la suerte de un máximo de atención).

Finalmente pude hablarles del tema que sus hijos estaban viendo en la catequesis y, a la vez, ellos estaban empeñados en reconducir la catequesis a tirar piedras a la Iglesia: ¿por qué está en contra del aborto? ¿Por qué las mujeres no pueden ser sacerdotes? ¿Por qué la Iglesia no permite el matrimonio homosexual? ¿por qué no les deja a los homosexuales que adopten niños? ¿ por qué el Papa guarda secretos en el Vaticano?... vamos, que si les dejo, no vemos nada de catecismo.

Sí, me cogieron desprevenida porque hubo cambio de temario... dentro de quince dáis estaré mejor preparada.

Este curso la cosa se pone algo más dura: los niños llevan tarea a casa, preguntas a memorizar y cosas que hacer con los padres. Vamos a ver cómo respiran todos.

Al acabar la reunión, unas madres se acercaron al párroco queriéndole imponer que cuatro niños no hagan la primera comunión sólo porque sus madres/padres no han asistido a las reuniones los dos años anteriores... Y me pregunté en silencio qué podría significar todo esto, más aún cuando dijeron que si esos niños se presentaban el día de la Primera Comunión su hija no la haría. (????)

Más tarde, reunida con mis compañeras, "lloré mis penas" y ellas me dieron muchos ánimos. Una de ellas me dijo palabras iluminadoras: "Los padres se acercan a estas reuniones con muchas pretensiones, y hay que pararles los pies, porque estas reuniones son para darles la formación de los temas que tienen que trabajar con sus hijos. El resto de temas, tendrán que buscarlo en otras reuniones". Y tiene toda la razón. No puedo perder media hora en dar razones a las que ellos no quieren escuchar.

Y aunque me paso tres pueblos con mis pensamientos, si estos padres están tan a disgusto con la Iglesia, ¿por qué no se buscan otra que le haga una fe a su medida? Porque una cosa es clara: no les gusta la Iglesia de Jesús.

Por eso, ayer lunes, no quise escribir nada, porque en caliente, se pueden poner barbaridades. Ya hoy estoy más tranquila... y esta mañana, me he decidido a darles un patrón a estos padres. Este patrón debía ser alguien que orara constantemente, y que el amor que derramara por ellos les sirviera de mérito... y mejor que fueran varios, que uno sólo... así que se lo he pedido a las Benditas ánimas del Purgartorio. Este pedido les servirá para crecer en el amor y les acercará más al Cielo, y por otra parte, sus oraciones ante Dios, por la conversión de estos padres, llegarán a Dios, que ya está con Ellas.

Así que todo el mundo con su patrón... y ¡que sople el Espíritu de Dios!