miércoles, 4 de noviembre de 2009

De obras de misericordia

Hace algunos años estuvo en el Catecumenado Diocesano y posteriormente en el Grupo de Confirmación de mayores de 21 años de mi parroquia un buen chico llamado Luis. Muy amable, algo introvertido y para mí bastante centrado. Resultó que tocaba la guitarra muy bien y que le daba a la improvisación, y lo fiché para el coro de Misa de Jóvenes. Fue un puntal, también componía y de hecho cantamos muchas veces el "Aleluya" que compuso.

La mala vida que llevó en el pasado, le empezó a pasar factura: primero el hígado, luego los huesos (artrosis)... dejó de aparecer por la parroquia, la enfermedad le ha llevado de paseo al hospital muchas veces en este ¡casi año y medio!

Su temperamento, risueño y bonachón, empezó a flaquear. De nada sirven los ánimos de su sobrinilla y de su familia. Yo pensaba que un par de llamadas le animarían, pero las cosas no han salido como esperaba. Muchas veces, hablé con sus ex-compañeros de grupo para que le llamaran, le fueran a ver... incluso con otro chico del coro, con el que hacía duetos de guitarra fantásticos, para ir los dos a verle. Mucho hablar y poco hacer... Escusas...

Ahora, otra vez hospitalizado, me llama una de sus ex-compañeras de grupo y me dice que está muy mal, sin ganas de seguir luchando... sin ganas de vivir.

(Me acordaba mientras escribía el post, del último post que ha publicado Fray Nacho "ganas de vivir, pese a todo", así como de otro bastante anterior "¡Discúlpame, Jorge!"... y me empiezo a dar cuenta que mi pasividad en este tema está lejos de lo que Jesús esperaría que yo hiciera: visitarle. ¿No es eso lo que se supone que debemos hacer, visitar a los enfermos? Y mejor ahora que más tarde, cuando sólo haya tiempo para lamentaciones inútiles.)

Esta chica, me ha pedido que "active" al Equipo de Oración, que ya puse en marcha cuando mi pequeño sobrino estuvo enfermo del corazón, para que oraran por él y por sus padres y hermanas (durante sus siete meses de hospitalización y después de su fallecimiento). Así que, ya sabes, si no te ha llegado mi correo, únete a nosotros y reza por Luis. Creemos en el poder de la oración (Pidan y se les dará... Mt7, 7a)

Y sí..., le iré a ver. Ya les contaré.