martes, 1 de diciembre de 2009

Adviento y María

Sí, ya estamos en Adviento.. ¡cómo se pasa el año! La verdad es que llevaba una semana dándole vueltas a cómo plantear este tema "El Adviento desde la perspectiva de María" al grupo de padres que acompaño. Y no sé si fue por lo alegre que estaba ayer, tras el Encuentro, que las cosas se fueron aclarando.

¡Claro! Traerlo al presente. Mi idea partía de plantearle al grupo (un 99.9% son madres) qué preparativos hay que hacer cuando el bebé está a punto de nacer. Y luego preguntar qué podrían ser esas cosas, si fuera para recibir a Jesús (por ejemplo "la cuna": "nuestro corazón será la cuna"; "un hogar": "nuestra casa será Su hogar", etc). La cuestión era introducirlo en el esquema en el que les he estado impartiendo los temas...

También había recibido dos correos. En uno, una de mis compañeras, me enviaba la catequesis que habían preparado para los niños, para que yo pudiera explicar a los padres lo que los niños iban a hacer. Y en el otro, me convocaban a una reunión preparatoria a las 5.

Vale, a la reunión no llegué, porque se me llenó la tienda de gente (Bendito sea Dios) y salí a zancada limpia a las 6 menos cuarto. Al final: reunión conjunta "padres-hijos" con el tema de las catequistas y al final, yo me reuniría con los padres y trataría de sintetizar una hora de reunión en veinte minutos (difícil, pero entre el párroco y yo, lo conseguimos).

Muchas veces, queda en el cuerpo la incertidumbre de si ha llegado o no a los niños y a los padres algo de lo que se ha visto. Yo sólo sé que de vuelta al trabajo (también a paso ligero), pasé por la puerta de una de las casas de estas familias y, como si se tratara de una película de Navidad, oí unas voces infantiles y a una de las madres cantar "Quiero decir que sí, como tú, María"...

Y el corazón se llena de gratitud, porque aunque mi servicio es desde la ilusión por acercar a la gente a Jesús, a Dios, y me sé que no soy merecedora de ver brotar ni la más pequeña yema del tronco de la Iglesia, Tú Señor, me muestras que no sembramos en balde. Alguna semillita caerá en tierra fértil. Y esto yo lo considero una gracia, lo sea o no. Y no me queda más que decir que "soy sólo una sierva inútil, que sólo hace, lo mejor que puede, su trabajo".