sábado, 5 de diciembre de 2009

Un aniversario pasado por agua... hirviendo

Como puedes ver, mi blog no admite comentarios. Y no los admite por una razón, para mí bastante clara: al hacer comentarios de la Palabra de Dios, no voy a consentir que nadie, escondiéndose en el anonimato que regala la red, me mortifique con blasfemias. Para mí está claro.

Evidentemente, todo el que me conoce y sabe mi email, me dirige sus comentarios, para bien o para mal a mi buzón, o me llama por teléfono.

Yo era una persona que se sentía muy feliz por cumplir 25 años de servicio en el coro (que no Coral) de mi parroquia. Empecé con 14 años recién cumplidos, a cantar en las Misas de Niños, los domingos a las 11 de la mañana. Con 18, migré a la Misa de jóvenes, los sábados a las 7 de la tarde y ayudaba de vez en cuando en la de Niños. Alguna vez volví a la de niños, pero por un curso: a mí la que me gustaba era la Misa de Jóvenes... y hace unos dos o tres años, retorné -para quedarme bastante tiempo- a la Misa de niños. Yo siempre he sentido que con la música, puedes evangelizar y enseñar mucho sobre Jesús y lo que nos ama. Y por eso, como un San Juan Bautista en el desierto, no me ha dado miedo cantar alto, para que todos me oigan lo que les tengo que contar sobre Él, porque muchas veces el coro era sólo yo, y no me podía permitir esconderme y callarme, cantar bajo y lejos del micro...

Mis 25 años de servicio, se han fastidiado... porque mi "mano derecha", me ha dicho una serie de cosas que, en lenguaje de "batalla naval" no sólo me ha tocado sino que directamente me ha hundido. De repente me siento como si todo este tiempo, estos 25 años, hubiera sido un show en el que yo me he creído la estrella invitada, y en vez de cantar para alabar a Dios, cantase sólo para mí... yo sé y siento que no ha sido así, aún así, me repito en lo que comenté en el post "Cura de humildad": descubrir que soy prescindible es en cierto modo duro, pero también, y de un modo que no sé explicar, es agradable saber que pase lo que pase, las cosas seguirán adelante sin una. Como le pasó a San Juan Bautista cuando apareció Jesús: su trabajo había terminado y sus discípulos ya no tenían que seguirle más a él, sino al Mesías.

Yo tenía un sueño... un sueño en el que quería celebrar con un encuentro de oración y música esos 25 años al servicio de la Comunidad... un sueño, en el que quería cantar unas canciones, compuestas principalmente en los últimos años, con determinadas personas... un sueño, que ahora siento que se desvanece, al que no le encuentro sentido porque ya no me hace ilusión ni soñarlo ni compartirlo... Mi sueño era, quizá una escultura de hielo, sobre la que han derramado una jarra de agua hirviendo. Cuando llegue el día, allá por enero... asistiré a Misa, como tengo pensado, y haré que sea, sólo en mi interior, un día especial para mí y para Dios.